Implicaciones políticas

30. Es posible, y de hecho ocurre, que experimentemos opresiones en varios campos al mismo tiempo. La enseñanza teórica y el papel político claves del feminismo han consistido en señalar las diversas formas en las que el sexo biológico actúa como eje de opresión, y las injusticias que conlleva vivir en un cuerpo con biología femenina en un mundo dominado por la biología masculina. Algunas de estas injusticias se encuentran conectadas directamente con las condiciones materiales de la biología femenina: carecer de acceso a los anticonceptivos, el aborto y la salud obstétrica; la falta de investigaciones y tratamiento médico para las enfermedades femeninas; la carencia de prestaciones por maternidad y derechos laborales y la mutilación genital femenina. Otras están menos relacionadas con nuestra biología, pero son el resultado de ser leídas como poseedoras de una biología femenina y vivir con el rol sexual inferior: violencia física y sexual, división desigual de las labores domésticas y muchas más. Todas son productos y manifestaciones de un orden social organizado para perpetuar la dominación y supremacía masculina y la pasividad y subordinación femenina – lo que las feministas llaman patriarcado.

31. La opresión basada en el sexo va a entrecruzarse con otros ejes de opresión, como la raza, discapacidad y posición socioeconómica. Por tanto, las mujeres blancas serán privilegiadas en comparación con mujeres de color con respecto a la raza; si bien estarán oprimidas en comparación con los hombres de todas las razas con respecto al sexo. Debemos prestar atención a las formas en las que varios ejes de opresión interaccionan en un mismo individuo para formar una experiencia única que dependerá de las características específicas de su identidad. Sin embargo, el hecho de que las mujeres de diferentes razas, clases o capacidades tengan diferentes perspectivas y experiencias de injusticia no niega el hecho de que el sexo es un eje de opresión de por sí. Esto no implica que porque las experiencias de racismo de los hombres negros sean distintas a las de las mujeres negras no podamos hablar sobre la raza como eje de opresión coherente. El feminismo como movimiento y como etiqueta política adoptada de forma individual se basa en la existencia de experiencias compartidas entre las mujeres, y en que, a pesar de sus diferencias y diversidad, podemos conceptualizar a las mujeres como una clase política consistente. Autoproclamarse feminista carece de sentido si no se cree que existen suficientes experiencias y características en común entre las mujeres como para considerarlas una clase política consistente.

32. Si no reconoces el análisis material del sexo biológico o su significado como eje de opresión, tu teoría política no puede incluir ningún análisis del patriarcado. La subordinación histórica y continua de las mujeres no ha surgido porque algunos miembros de nuestra especie eligiesen identificarse con un rol social inferior (sugerir esta idea sería dejar caer de forma atroz todo el peso de la culpa sobre la víctima). En realidad se desarrolló con el objetivo de que las personas con biología masculina pudieran dominar a la mitad de la especie capaz de engendrar hijos, y explotar su trabajo sexual y reproductivo. No podemos explicar el desarrollo histórico del patriarcado y la continua existencia de discriminación sexual y misoginia cultural sin tener en cuenta la realidad de la biología femenina y la existencia de una clase de personas que la poseen.

33. Si no reconocemos la realidad material del sexo biológico y su significado como eje de opresión, nuestra capacidad de hablar de la experiencia de opresión que sufren las mujeres desaparece. Perdemos la terminología y las herramientas de análisis –herramientas cuidadosamente perfeccionadas por generaciones de feministas antes de nosotras– que resolvían la cuestión de la experiencia femenina y la realidad de vivir en un mundo dominado por hombres en un cuerpo de mujer. Actos como cancelar actuaciones de The Vagina Monologues en campus universitarios, referirse a las personas con biología femenina como “personas con útero”, o insistir en eliminar la palabra “mujer” de todas las discusiones sobre embarazo traen como resultado el borrado de la realidad de vivir en un cuerpo de mujer, y hacen invisible la causa subyacente de la opresión y subordinación de las mujeres.

Este webcómic sobre el aborto se refiere a las mujeres como “personas con útero”

Este webcómic sobre el aborto se refiere a las mujeres como “personas con útero”

Insistir en que dejemos de hablar del aborto como un asunto de mujeres no facilita el acceso al mismo a aquellas que lo necesitan, y sólo sirve para oscurecer el porqué subyacente a que dicho acceso esté restringido. No es una coincidencia el hecho de que las personas que experimentan sexismo y misoginia resulten ser personas con vagina y útero, no es casual que sean las mismas que ejercen la crianza. Estos hechos biológicos son la razón que subyace a ese sistema de subordinación. Por añadidura, no se sabe por qué redefinir la palabra “mujer” como “un sentimiento o estado mental en la cabeza de alguien” y perder la terminología que utilizábamos para describir a la clase de personas capaces de gestar supone algún tipo de avance. Seguimos necesitando una terminología para nombrar a la clase de humanos que es capaz de concebir y necesita acceso a cuidados reproductivos y al aborto.

34. En la gran mayoría de los casos, aquellas personas con biología femenina son también socialmente leídas como tales – esto es, son mujeres – y por tanto serán vulnerables a todas las formas de sexismo. Sin embargo, las mujeres trans, que no poseen biología femenina, pueden experimentar misoginia y varias formas de injusticia que comporta el hecho de ser una mujer, a pesar de no ser vulnerables a aquellas opresiones directamente conectadas con la realidad de vivir en un cuerpo de mujer. Podrán también beneficiarse de no haber vivido la experiencia de ser criadas como mujeres desde el nacimiento, y consecuentemente se habrán librado de los efectos más nocivos de la socialización femenina. De igual modo, las personas con biología femenina que realizan la transición para vivir como hombres pueden evitar muchas de las formas de opresión a las que las mujeres son vulnerables; pero habiendo sido criadas como mujeres, están obligadas a superar los efectos de su socialización de género, y además les seguirán afectando las cuestiones relacionadas con su sexo biológico.

35. El cómo se identifique cada individuo tiene poca relevancia política. Cualquier persona puede llamarse género fluido, genderqueer, no binarie, agénero, pangénero, demichico, neutre o lo que desee. Aunque estas identidades no reflejen características profundas y esenciales, las personas son libres de definirse de la forma que deseen y de adoptar cualquier etiqueta que pueda darle sentido a su vida y experiencias. Pero estas etiquetas no tienen en realidad un significado político real, y ciertamente no son ejes de opresión. Las personas con biología femenina están oprimidas en base a su sexo, y por consiguiente requieren una especial protección social, política y legal. Las personas transexuales son un grupo marginado que experimenta discriminación y acoso, y ellas también requieren especiales disposiciones sociales, políticas y legales. Estos hechos tienen importancia política porque reflejan las condiciones materiales de la existencia de los individuos, y estructuran sus interacciones sociales y cómo otras personas influyen en ellas. Pero ningún individuo experimenta opresión y marginación por la sola razón de su identidad de género, ya que ésta no es más que un estado mental subjetivo, un sentimiento en la cabeza, que no se puede saber desde fuera excepto cuando es expresado o revelado. Cuando hablamos de opresión nos referimos a algo más que “la autopercepción o sentido de la identidad de alguien que no es reconocida ni validada”. La opresión está generalmente relacionada con la extracción de recursos, y adopta las formas de explotación, impotencia y violencia. Nadie la experimenta únicamente en base a su estado mental subjetivo.

36. Lo anterior no conlleva que las personas que no encajen en los roles de género tradicionales no vayan a experimentar discriminación. Por supuesto que sí. Pero esta va a darse en base a su apariencia, maneras, comportamiento o vestimenta; las cuales no se ajustan perfectamente a ninguna de las cajas rosa o azul en las que esperamos que todo el mundo se apretuje: en otras palabras, están oprimidas por el género y las rígidas normas que éste impone, y por la posibilidad de castigo social en caso de que no se cumplan. Como normalmente no existe ningún método para distinguir a una mujer que podríamos presuponer cisgénero de alguien que se identifica como “demichica no disfórica, con expresión de género femme, Asignada Mujer Al Nacer” excepto si ellas mismas lo dicen, se hace difícil entender cómo la segunda va a estar más oprimida por su género que la primera. Esto es especialmente evidente si volvemos al caso de la página anterior de “la mujer con expresión de género hombre” llamado Simon. Una persona que nació con biología masculina, fue socializada como hombre, percibida como hombre, pero que “se identifica como mujer” no puede estar más oprimida por su género que una mujer, sólo porque “se siente mujer” mientras que la segunda sabe que lo es.

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37. Independientemente de si a una persona le hace feliz o no referirse a sí misma como “cisgénero” [enlace en español], la noción de “privilegio cis”, cuando se refiere a una forma de beneficio estructural que las personas con biología femenina poseen sobre las personas con biología masculina es incoherente y dañino para dichas mujeres. Las personas que no encajan en el género que se vincula a su biología se encuentran oprimidas por el mismo sistema jerárquico: el género, la jerarquía que valora al macho por encima de la hembra, al hombre sobre la mujer, a la masculinidad sobre la feminidad. El hecho de que sea a menudo indudablemente doloroso y difícil el ser una mujer trans o una persona con biología masculina que no se ajusta al género, y que esté acompañado por el estigma social y la discriminación no implica que las personas con biología femenina posean privilegio estructural sobre ellos, o que las mujeres representen una clase opresora con respecto a los hombres que no encajan dentro del género. (Éste es un excelente post sobre las implicaciones políticas de la idea de privilegio cis.)

38. Las personas transexuales son un colectivo marginado que merece apoyo, empatía y compasión. Ellas ponen todo de su parte para vivir y prosperar bajo las restricciones que el género les impone, como todo el mundo hace. Se les debería proporcionar todo el apoyo y tratamiento que necesiten para vivir alegres, sanas y prósperas; y deberían ser tratadas con el mismo respeto y amabilidad que el resto del mundo. Tienen el mismo derecho a la privacidad que el resto, y por tanto nada justifica la publicación de información personal o identidades anteriores de mujeres trans, o el acoso, abuso o persecución, ya sea en persona o en la red. Tienen derecho a su integridad física, seguridad y protección del hostigamiento; acceso a asistencia médica, y protección de la discriminación doméstica, educacional y laboral.

39. Podemos apoyar a las personas trans sin la necesidad de fingir que creemos algo que claramente no es verdad, como el dogma actual que insiste en que no existen ni machos ni hembras, que las mujeres trans ahora y siempre poseyeron biología femenina, que no hay diferencias sociales y políticas importantes entre las mujeres trans y las mujeres con biología femenina. No estamos mostrando a las personas trans el respeto que merecen como adultas inteligentes y racionales cuando cedemos a las demandas de una insignificante minoría que insiste en que neguemos la realidad biológica y social. No hay nada negativo o peyorativo en el hecho de ser biológicamente macho, y en consecuencia no existe razón alguna para negar este hecho. No hay nada vergonzoso en experimentar disforia o encontrar las restricciones de la masculinidad intolerables e iniciar una búsqueda para vivir de forma distinta; por consiguiente, no existe razón alguna para negar que cuando ésta se emprende esa persona experimenta un cambio frente a lo que era antes.

40. Podemos apoyar a las mujeres trans sin negar los derechos de las mujeres con biología femenina ni tampoco sacrificar sus intereses y preocupaciones. Una parte de la interpretación feminista del género es reconocer que aquellas criadas como mujeres desde el nacimiento son socializadas y se las condiciona para sacrificar sus necesidades por las de otros. Por esta razón, es un acto radical y revolucionario del feminismo el respetar las necesidades y deseos de las mujeres socializadas como tales, y respetar también sus límites y exclusiones. Uno de los objetivos fundamentales del feminismo es luchar por el derecho de las mujeres de marcar sus propios límites, y ser capaces de ejercer un control sobre las personas con quienes se asocian y sobre las formas que toman estas asociaciones: esto incluye necesariamente la exclusión de ciertas personas además de la inclusión de otras. Por esa razón, la crítica que se le hace al feminismo exclusivo está generalmente fuera de lugar, ya que el feminismo por definición debe emplear todos sus esfuerzos para que las exclusiones que decidan las mujeres sean respetadas.

41. Mujeres y mujeres trans poseen necesidades políticas en común. En la medida en que las injusticias y opresiones que experimentan las mujeres trans puedan ser calificadas como sexismo o misoginia, como pasa con muchas de ellas, comparten intereses con las mujeres, y ambos grupos se benefician del trabajo y la organización comunes.

42. Hay también cierta divergencia en nuestras experiencias. En la medida en que las injusticias y opresiones que las mujeres trans experimentan no las sufren las mujeres con biología femenina, puede que necesiten trabajar y organizarse separadamente. En algunas cuestiones – por ejemplo, con respecto a las formas de discriminación y marginación que podemos llamar transfobia, término más correcto que sexismo – las mujeres trans tienen más en común con los hombres trans, y quizás podrían beneficiarse de la organización conjunta.

43. Algunas cuestiones políticas afectarán sólo a las personas con biología femenina. Muchas veces estas cuestiones son de fundamental importancia para ellas. Reproducción, anticoncepción, enfermedades femeninas: estas cuestiones sólo afectan a personas con biología femenina, y en la medida en que no afectan a mujeres trans, que son biológicamente machos, a veces puede que sea apropiado el que sean excluidas al discutirse esa cuestión.

44. Como hice notar en el punto 31, a pesar de sus diferencias y divergencias, existe suficiente solapamiento y experiencia común para concebir a las mujeres como una clase consistente, y es esta creencia lo que hace al feminismo, a pesar de su inherente diversidad y variedad de formas, una etiqueta política coherente. Estas experiencias comunes adoptan la forma notable de hostigamiento, abuso, explotación y violencia a manos de los hombres. Obviamente esto incluye un largo espectro de comportamientos, incluyendo explotación del trabajo doméstico, emocional y sexual, manipulación emocional, abuso psicológico, hostigamiento verbal, violencia física, agresión sexual, violación y asesinato. Todas las mujeres viven con un trasfondo constante de amenaza de violencia masculina física y sexual, ese miedo constriñe nuestra libertad y moldea nuestro comportamiento y decisiones.

45. Es crucial el hecho de que esta explotación, abuso y violencia hacia las mujeres sean cometidos por personas nacidas con biología masculina, y criadas y socializadas como hombres. Esto podría ser producto de factores biológicos, como los altos niveles de testosterona; podría ser también producto de la socialización masculina y la enseñanza de normas masculinas de dominación y agresión; o, más probablemente, podría ser causado por una combinación de ambos. Pero está claro que ejercer abuso emocional y violencia sobre las mujeres no es el resultado de simplemente “identificarse” como hombre. Si lo fuese, esperaríamos encontrar el mismo número de situaciones de violencia y abuso hacia las mujeres entre hombres con biología masculina y hombres trans. Lo que en realidad ocurre es que la mayoría de la violencia y las agresiones – sean contra hombres o contra mujeres – tienen como autores a personas con biología masculina que fueron criados y socializados como hombres.

46. Ante esta experiencia común de explotación, abuso y violencia infligidos por hombres, aquellas personas nacidas con biología femenina y criadas como mujeres –especialmente las que personalmente han sufrido abuso y violencia machista– poseen un interés legítimo en que existan espacios para personas con biología femenina, sin la presencia de personas con biología masculina que fueron criadas y socializadas como hombres. Estos espacios podrían servir para recuperarse y curarse; para la organización política y toma de conciencia; o simplemente podrían ser santuarios temporales donde las mujeres pudiesen tener privacidad, a salvo de miradas masculinas. Las usuarias y organizadoras de gimnasios y centros deportivos, refugios para mujeres, centros de crisis por violación u otros tipos de espacios no mixtos podrían legítimamente decidir la exclusión de las personas socializadas hombres desde el nacimiento, para facilitar la curación y proveer un espacio seguro en un mundo dominado por hombres. Alternativamente, podrían decidir incluir a algunas personas con biología masculina bajo ciertas condiciones como la transición total. Esto no implica que todas las personas nacidas y socializadas como hombres sean necesariamente violentas y abusivas, o que inevitablemente destrozarían estos santuarios, como tampoco el que personas de color se organicen aisladamente implica que todas las personas blancas sean violentas y abusivas. Hablamos simplemente de reconocer el significado político de ser parte de la clase oprimida, y reconocer la importancia que tiene para los miembros de dicha clase el ser capaces de organizarse y asociarse separadamente, libres de los miembros de la clase dominante, que tendrán diferentes experiencias del sistema de clases.

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47. El resultado de todo esto es que si las usuarias y organizadoras de espacios no mixtos consideran apropiado excluir a mujeres trans, hacerlo será razonable y legítimo. (Pincha aquí para ver un cuadro que incluye pormenorizadamente las funciones variadas que desempeñan los espacios no mixtos, y el grado de inclusión o exclusión que sería apropiado.) Esto puede causarles daño emocional y estrés a las mujeres trans, que pueden sentir de forma intensa que son mujeres, se identifican como mujeres, y desean ser tratadas como mujeres. Este daño emocional y estrés es causado sin intención y es ciertamente desafortunado. Ninguna feminista quiere infligirles sufrimiento emocional a las mujeres trans. Sin embargo, algunas veces será inevitable, y no hay razón por la cual en estas ocasiones el deseo de algunas mujeres trans de ser incluidas tenga que pasar por encima de los intereses legítimos de las mujeres con biología femenina en ocupar dichos espacios. Es esencial que preguntemos qué función va a desempeñar el espacio, y prepararnos para sumirnos en una reflexión crítica acerca de si este propósito sería frustrado por la presencia de personas nacidas y socializadas como hombres, independientemente de los deseos de esas personas. Aunque excluirlas de algunos espacios sea doloroso e insultante para la autopercepción e identificación individual de las mujeres trans, estos no existen para validar las identidades de aquellas personas que se consideran mujeres. Existen para ofrecer seguridad, cobijo y una comunidad a aquellas socializadas mujeres desde el nacimiento, algo de lo que las mujeres con biología femenina tienen derecho a disfrutar como grupo social oprimido.

48. De aquí no se debe extraer que las feministas que quieran organizar espacios no mixtos vayan a proponer que se realicen exámenes a las personas que entran a estos espacios, ni exigir un Certificado de Género, o insistir en examinar los genitales en la puerta. Es más bien cuestión de hacer públicas las políticas del espacio y los límites de las mujeres que lo usan, y de pedir pacíficamente que se defiendan y respeten esos límites. Si las mujeres trans las respetan como hermanas y aliadas, estarán dispuestas a reconocer su necesidad de espacios no mixtos, y su derecho a establecer unos límites de la forma en la que les parezca más cómoda y segura –algo que de hecho muchas mujeres trans hacen.

49. Como las mujeres con biología femenina, las mujeres trans son víctimas frecuentes de violencia machista y acoso sexual, así que también están interesadas en tener acceso a espacios seguros donde no haya hombres. Idealmente, habría suficiente tiempo, recursos y espacio físico para que las mujeres trans pudiesen tener sus propias instalaciones y espacios donde sea apropiado. Además de los espacios para mujeres a los que tengan acceso, habría vestuarios, refugios y facilidades diseñados específicamente para las mujeres trans. Estos objetivos a veces se pueden conseguir fácilmente, como por ejemplo con la creación de cuartos de baño y vestuarios neutros con cubículos individuales. Sin embargo, debido a las inevitables limitaciones presupuestarias, la provisión de espacios seguros y facilidades para las mujeres trans muchas veces no es posible. Estos casos nos presentan retos difíciles, y habrá que reflexionar y pensar con cuidado para determinar, caso por caso, cómo se puede llegar a un acuerdo entre los diferentes intereses en juego. Pero no se puede asumir como cuestión de principios que las mujeres trans tienen el derecho de entrar en todos los espacios de mujeres no mixtos, ya que dependiendo del contexto y el propósito de dichos espacios, eso podría entrar en conflicto con las necesidades y deseos de las usuarias. Además, la financiación y los recursos de que disponen los espacios como refugios para mujeres y centros de crisis por violación a menudo existen sólo gracias a las mujeres que los dirigen, que han desempeñado durante años su trabajo de forma continua y dedicada. No hay nadie que impida al activismo trans y sus aliados comenzar proyectos similares para proveerse de instalaciones propias.

50. La etiqueta TERF (Feminista Radical Transexclusivista), usada para referirse a aquellas feministas que apoyan que sigan existiendo al menos algunos espacios sólo para personas con biología femenina es un cliché para detener los pensamientos: un elemento retórico diseñado para enmascarar la dificultad y complejidad que involucra el sopesar intereses que compiten entre sí, para prevenir la necesidad de reflexiones más profundas y acallar las discrepancias. Como expuse anteriormente, a veces existirán motivos válidos y legítimos para excluir a mujeres trans de espacios feministas, dependiendo del contexto y de la función de dicho espacio. El uso de la etiqueta TERF para describir a cualquier mujer que argumente a favor de algunos espacios para personas con biología femenina sirve para patologizar cualquier desacuerdo en esta cuestión, y para excluir de antemano la posibilidad una de discusión razonada y de un acuerdo mutuo. O estás de acuerdo con que alguien que se identifique como mujer trans tenga derecho a entrar en todos y cada uno de los espacios no mixtos, incluidos vestuarios y refugios, sin excepciones ni condiciones; o se te tacha de intolerante y se te condena al ostracismo.

 

La persona en este vídeo se identifica como mujer trans y dice que se encuentra a gusto con su cuerpo

Si expresas incomodidad sobre, por ejemplo, que el individuo en este vídeo tenga acceso a vestuarios y cuartos de baño femeninos; o si piensas que un violador condenado que decide identificarse como mujer no debería ser alojado en una prisión de mujeres; eres una TERF, culpable de ser una intolerante al mismo nivel de racistas y homófobos, y por tanto tus preocupaciones pueden ser desechadas sin discusión.

51. Además, tanto la palabra TERF como acusaciones de transfobia se dirigen diariamente a cualquier persona que cuestione la coherencia conceptual y plausibilidad biológica de la idea de identidad de género, así como a quien continúa creyendo en la realidad material y significado político del sexo biológico. Hacer declaraciones como “el pene es el órgano sexual de los hombres” o “las mujeres tienen vaginas” es, entre ciertos activistas transgénero, suficiente para ser etiquetada como una intolerante peligrosa y transfóbica. La etiqueta TERF no es, por tanto, un término neutral. No es una descripción significativa de ninguna política feminista, y no existen personas que definan su propia posición como Feministas Radicales Transexclusivistas. Además, independientemente de cuál fuese el propósito de quienes la acuñaron originalmente, debe ser interpretada como una difamación: primero, porque ninguna mujer la toma para definirse, y generalmente las etiquetadas como tales no están de acuerdo con serlo; y segundo, porque se acompaña frecuentemente de lenguaje abusivo y amenazas.

 

 

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